Tonterías. Han pasado cuatro años y la voz de Kate aún resuena en mi mente.
Cada. Maldito. Día.
Adormezco su recuerdo cuando me provoca. En la universidad, la ahogo con alcohol y revolcones fáciles. No puedo hacer lo que me pidió.
No puedo dejarla ir.
Ni siquiera cuando Lia aparece, dejándome hecho trizas. Preocuparse por alguien no vale la inercia que le sigue después de que se van. No pedí esto. No pedí por ella.
Y estoy seguro de que no planeaba extrañarla cuando salió por mi puerta.
Ahora, si quiero mantenerla, tengo que arreglarme y ganarla. No puedo arruinar esto.
Porque si lo hago, voy a perder más que a Lia.
Voy a perder mi vida.
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