Conocer a Drezden Halifax debería haber sido un sueño. Pero los sueños se supone que son dulces, cosas frágiles que te hacen desaparecer. No monstruos hechos de dedos rígidos, cuerdas vocales ásperas y una voz tan poderosa que podían marchitar mi coraje.
Tal vez mi corazón, también.
Convertirme en la guitarrista de Cuatro Lápidas y Media era todo lo que necesitaba.
Qué lástima que el cantante de la banda este haciendo todo lo posible para arruinar todo lo que soy.
Él pensó que ella resolvería sus problemas.
Lola Cooper, maldita Lola Cooper. Ella era la guitarrista perfecta, dedos que podían convocar a una dulce canción o perforar un acorde. Se supone que salvaría mi banda, nos haría salir de esta gira en una sola pieza...
Pero sólo quiero romperla en pedazos.
Nadie debería hacerme sentir de esta manera. Una mirada, un aroma, y sabía que tenía que tenerla. Me hace cosas que me alteran. Me dan ganas de follarla en una pared y escuchar sus gritos: ansiosos o temerosos, no importa.
Soy un monstruo...
Y ni siquiera me importa.
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