La contraté para arreglar mi empresa, para traer a Lencería Marks de vuelta a la vida. No esperaba que se convirtiera en mi amiga. No esperaba enamorarme de ella.
La primera regla del negocio es nunca tocar a tus empleadas. Creo que hay otra regla para no enamorarse de tu mejor amiga, una regla en contra de imaginar las curvas de su cuerpo, o la forma en que su respiración cambiaría si yo bajara sus bragas y desabrochara mis pantalones.
Ahora, no puedo esperar más. Estoy tirando las reglas.
A la mierda la compañía.
A la mierda nuestra amistad.
A la mierda mis miedos.
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