Belgarath el Hechicero atravesó la tenebrosa Ciudad de la Noche bajo la forma de gran lobo, y guió a Cherek y a sus hijos hacia la torre de hierro de Torak, el dios Maldito. Una vez allí, Belgarath se transformó de nuevo en hombre y condujo a todos hasta los oxidados peldaños de una escalera. Llegaron a la cámara donde Torak, el dios mutilado, permanecía adormecido y atormentado por el dolor, con su rostro marcado y oculto tras una máscara de hierro, porque al principio de la existencia había querido dominar el mundo y para ello se apoderó del Orbe creado por Aldur. Pasaron ante el dios y llegaron a la estancia donde el Orbe se hallaba oculto.
Cherek urgió a Belgarath a tomar el Orbe, pero el Hechicero se negó: “Yo no puedo tocarlo. Si cualquier hombre con el más leve asomo de maldad en su interior tratara de hacerlo, el Orbe lo destruirá de la misma manera que quemó a Torak. Sólo un ser de corazón puro podrá cogerlo para protegernos a todos del dios Maldito”.
Las leyendas narraban que el malvado dios Torak había ansiado obtener el poder el Orbe de Aldur, hasta que fue derrotado en una batalla final. Pero la profecía hablaba de un tiempo en el que despertaría e intentaría de nuevo dominar el mundo entero. Ahora, el Orbe ha sido robado por un sacerdote de Torak y ese tiempo terrible parece estar a punto de llegar.
Belgarath el Hechicero y su hija Polgara siguen tras la pista del Orbe, para recuperarlo ante de que suceda el desastre definitivo. Los acompaña Garion, un sencillo muchacho del campo hasta hace unos meses, pero que ahora se ha convertido en centro de la pugna. Garion nunca creyó en la hechicería, ni quería tener nada que ver con ella. Pero a cada legua que avanzan, el poder va creciendo dentro de él, obligándolo a realizar actos de hechicería que no puede aceptar.
Ce Nedra, la princesa imperial de Tolnedra, estaba desconcertada; todo el mundo sabía que las historias sobre el Orbe, que protegía a los reinos del Oeste del diabólico dios Torak, no eran más que leyendas, pero allí estaba ella, participando en una peligrosa misión para recuperar el Orbe robado. En segundo lugar, también la desconcertaba la atracción que sentía por Garion, aquel muchacho que no era más que un humilde granjero, indigno de una princesa. Sin embargo, ¿por qué sentía aquella imperiosa necesidad de educarlo, de acariciar su cabello enmarañado y de consolarlo? Ahora, el joven se dirigía a una extraña torre, símbolo de todo lo que él consideraba maligno, para enfrentarse a un temible y poderoso mago. Garion podía morir y ella nunca volvería a verlo, pero no había posibilidad de protegerlo.
Después de la muerte de Ctuchik se produjo un terremoto que destruyó la ciudad de Rak Cthol. Garion y sus amigos han de huir de Cthol Murgos mientras los nueve jerarcas de los grolims los persiguen con el poder de sus mentes. Pero la sombra de Garion viaja hasta el castillo donde aquellos están reunidos y allí se produce una escena escalofriante:
”Garion se aproximó y atravesó con su puño de sombra el pecho del grolim. Pudo percibir los latidos de su corazón y la convulsión de sus pulmones mientras el jerarca contemplaba boquiabierto de horror el brazo que salía de su pecho.
-- ¿Vais a dejarnos en paz?--preguntó Garion, y de repente apretó el puño.
El jerarca gimió de dolor.”
Una vez logran liberarse de los grolims, Garion y sus amigos se encaminan hacia Riva, lugar donde el muchacho ha de descubrir a qué linaje pertenece y qué futuro le espera. Pero debían apresurarse para llegar hasta allí con el Orbe antes de la celebración del Paso de las Eras, y la travesía por el desierto, perseguidos por los soldados murgos, era sumamente peligrosa.
Garion estaba convencido de que Riva acabaría su intervención en aquellos trascendentales hechos, pero la profecía aún guardaba increíbles sorpresas para él y para la princesa Ce'Nedra.
Belgarath, Seda y Garion se dirigen hacia Mallorea, región donde se halla la Ciudad de las Tinieblas, así llamada porque el perverso dios Torak la destruyó y la cubrió con una perpetua nube negra. Entre las ruinas desmoronadas, sólo queda en pie la base de una torre de hierro, la cripta donde Zedar vela el sueño de Torak.
Durante el viaje, los compañeros han de superar un sinfín de dificultades, pero la más grave es su encuentro con los morinds, un pueblo de clanes nómadas que suele matar a los extranjeros que atraviesan sus tierras. Belgarath sostiene un duelo mágico contra un morind. En el combate, ambos crean «apariciones» de demonios, monstruos con tres o cuatro ojos, siete manos, cientos de dientes, cuerpos cubiertos de escamas... Si alguno de los dos contrincantes titubea durante la lucha, el demonio o el monstruo se libera y destruye al hombre que lo creó. Así sucede con el rival de Belgarath que muere a manos de la «aparición» a la que dio vida.
Cuando por fin llegan a Cthol Mishrak, la Ciudad de las Tinieblas, se produce el catastrófico enfrentamiento entre Garion y Torak, para que una vez más se cumpla la profecía.
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