Evita sorpresas y se conforma con la vida sin contratiempos que lleva. Para matar el tiempo, participa en encuestas de marketing, se hace examinar el oído, va al cine y reorganiza su librería. Tomar copas con su amiga-enemiga Leonore forma también parte de su rutina, así como tener citas con algunos de los hombres menos prometedores de Viena.
Un día, mientras está sentada en un banco, empieza a hablar con ella un vagabundo sucio y apestoso. Cuando Julia decide irse, él declara que volverán a verse en el mismo banco a las siete de la tarde del sábado. "Una cita con un vagabundo: ¿es a eso a lo que he llegado? ¿Tan desesperada estoy?", se pregunta Julia, pero, sorprendiéndose a sí misma, el sábado siguiente se presenta en el banco porque le resulta imposible dejar de pensar en aquel hombre. Julia y vagabundo —que se llama Ben— pasan varias horas juntos y ella acaba descubriendo que le gusta. Y mucho.
¿Es posible que el Príncipe Azul sea un vagabundo?
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